En un mundo dominado por un consumo desmedido y descontrolado, donde todo vale, somos muchos los que buscamos algo más. Calidad, trazabilidad, ética o desarrollo sostenible preocupan cada vez más a los consumidores y empresarios. El certificado Halal nos ofrece la oportunidad de consumir un producto de calidad bajo unos estándares técnicos muy exigentes y unos valores éticos muy particulares: la conciencia Halal.

Rompiendo fronteras: Un Halal que beneficie a todos

El Halal es lo lícito según determina la ley islámica. Este concepto se aplica a la industria agroalimentaria, a las relaciones sociales y empresariales, la cosmética y la farmacia o a las finanzas. Es un concepto que nunca se agota, por su amplitud y dinamismo, y del que siempre se obtiene un gran rendimiento empresarial y social.

El islam, en tanto espiritualidad, propone unas líneas claras de vida, una ética personal y social que intenta buscar el bien común de la humanidad (maslaha) y desde ahí se construye la conciencia Halal. Los demás requisitos están subsumidos a ese, además de las archiconocidas prohibiciones del cerdo y el alcohol. En un nivel empresarial, por ejemplo, en el mercado Halal no se permite la usura, ni los intereses abusivos, ni la desigualdad entre los empleados.

Esta ética milenaria, que ha impregnado continentes y culturas a lo largo del mundo, ha dado el salto a un mundo globalizado hambriento de valores, transformándose en un estilo de vida que cada vez más musulmanes y no-musulmanes abrazan.

En un sistema económico donde se produce y consume de forma compulsiva, el Halal es una garantía de producto ético y viable, pues en ella tiene en cuenta factores como la salud, la calidad, la ética empresarial, la justicia social o la responsabilidad social corporativa (RSC) y la interacción con las comunidades locales.

Un valor añadido que acaba motivando al consumidor a buscar la excelencia en cada compra, en cada inversión. Derribando fronteras, conociendo nuevos mercados y accediendo a nuevos públicos. El Halal no es solo un modelo para musulmanes, sino para cualquiera con principios éticos y un interés por el desarrollo sostenible.

Más allá producir: Cuando el Halal salvó economías

Hay que recordar que el sector Halal se consolidó tras la crisis financiera de 1997 en el Sudeste Asiático. Si bien se venía promoviendo desde los años ochenta, fue esta enorme crisis la que hizo resurgir un mercado con otras intenciones más allá de la especulación. La conciencia Halal ha permitido que este espacio geográfico, ampliamente poblado por musulmanes, se consolide como uno de los motores de la economía mundial y cuyos beneficios reviertan, en muchos casos, en proyectos de cooperación a través de las organizaciones que recogen el zakat.

Los gobiernos de Indonesia y Malasia abanderaron una “halalización” progresiva del sector económico de forma más intensa. Esto permitió que el impacto de la crisis de 2008 fuese menor pues se había reducido la economía especulativa sustituyéndose por inversiones y productos financieros más seguros y estables.

La apuesta por construir un mercado dominado por una conciencia Halal, con su modelo ético empresarial, les ayudó a sobrellevar mejor el fuerte impacto social de la crisis permitiéndoles crecer, crear empleo y riqueza en sus países y fuera de ellos. . En este sentido países como Tailandia o Japón, donde siendo los musulmanes un grupo minoritario, se han aprovechado de este auge del Halal para producir empleo y riqueza.

¿Y si entre todos buscamos una conciencia halal?

A día de hoy, el mercado halal tiene una tasa de crecimiento anual 6,5% y se espera que alcance los 1400 millones de euros según un reciente estudio económico. Así mismo, se estima que habrá más de 2000 millones de consumidores en el año 2020. ¿Y si aplicásemos algunos de sus principios a nuestras economías?

Apostar por la conciencia Halal es apostar por el desarrollo sostenible, con un trato ético en todas las fases de producción y comercialización, evitando elementos que, a largo plazo, solo traen problemas de desigualdad social. Y este es un trabajo que nos corresponde a todos: exigir y proponer modelos éticos que nos beneficien y ayuden a mejorar nuestro mundo.

Este es un crecimiento sostenible y ético del que disfrutan un gran número de empresas ya en nuestro país, y del que Instituto Halal está encantado de promover y facilitar. Nuestros valores como empresa se establecen en la conciencia Halal, en lo lícito y en lo sostenible.